Del Comentario
Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. (Apocalipsis 21:14-21)
El lenguaje humano es insuficiente para describir la inimaginable magnificencia de la indescriptible morada eterna de los creyentes. Renuentes a tomar el lenguaje de la Biblia en forma literal, muchos buscan algún significado oculto tras la descripción de Juan. Pero si las palabras no significan lo que dicen, ¿quién tiene la autoridad para decir lo que significan? Abandonar el sentido literal del texto conduce solo a especulaciones infundadas e inútiles. La verdad acerca de Ia ciudad celestial es más de lo que se describe, pero no menos y no diferente de lo que se describe. Es una creación material; sin embargo, tan exclusiva como para que no la podamos imaginar. Las palabras de Juan proporcionan todos los detalles que Dios nos ha dado para estimular nuestra esperanza.
El que esa ciudad tuviera un muro grande y alto indica que no es un Iugar amorfo, nebuloso, flotante. Tiene dimensiones específicas; tiene límites; se puede entrar y salir de ella a través de sus doce puertas. En esas puertas, doce ángeles estaban parados, para encargarse de Ia gloria de Dios y servir a Su pueblo (cp. He. 1:14). Las puertas tenían nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel, celebrando por toda Ia eternidad Ia relación de pacto de Dios con Israel, el pueblo de las promesas, los pactos, las Escrituras y el Mesías. Estaban dispuestas de modo simétrico; al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. Tal disposición es evocadora de Ia forma en que las doce tribus acampaban alrededor del tabernáculo (Nm. 2) y de Ia distribución de las tierras de las tribus alrededor del templo del milenio (Ez. 48).
El macizo muro de Ia ciudad estaba afirmado por doce cimientos; y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. Esos cimientos conmemoran Ia relación de pacto de Dios con Ia Iglesia, de Ia cual los apóstoles son el cimiento (Ef. 2:20). En Ia parte superior de cada puerta estaba el nombre de una de las tribus de Israel; debajo de cada puerta, estaba el nombre de uno de los apóstoles. De esta forma, la distribución de las puertas de la ciudad muestra el favor de Dios para todo Su pueblo redimido, tanto para los que estaban bajo el antiguo pacto, como para los que estaban bajo el nuevo pacto.
Pg. 279-280