Del Comentario
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. (Apocalipsis 12:10-12)
La Biblia deja al descubierto la naturaleza mal intencionada y engañosa de Satanás como "padre de mentira" Jn. 8:44), advirtiendo que "se disfraza como ángel de Iuz" (2 Co. 11:14; cp. 2 Co. 11:3) para poder engañar a las personas con mayor facilidad. El apóstol Pablo expresó su interés de que "Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones" (2 Co. 2:11). "Vestíos de toda Ia armadura de Dios", exhortó el apóstol a los efesios, "para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo" (Ef. 6:11).
Uno de los mitos populares más difundido y permanente con relación a Satanás es el que lo representa (con tridente, cuernos y cola puntiaguda) a cargo del infierno. En realidad, Satanás no está en el infierno; nunca ha estado allí. No será sentenciado al lago de fuego hasta después que Dios aplaste su rebelión final al terminar el milenio (20:7-10). Y cuando entre en el infierno, Satanás no estará encargado de él; será el más bajo de los inquilinos allí, el que padezca el más horrible castigo que jamás haya sufrido ser creado alguno.
Lejos de estar en el infierno, Satanás divide su tiempo entre estar vagando por Ia tierra "buscando a quien devorar" (1 P. 5:8) y estar en el cielo, donde también dedica su tiempo a su fracasado intento de desbaratar los propósitos, planes y personas de Dios; y de derrotar a Dios mismo. Una de las formas en que trata de hacerlo es acusando constantemente a los creyentes delante del trono de Dios (cp. 12:10). Satanás incesantemente habla delante de Dios de Ia indignidad de los creyentes, apelando hipócritamente a Ia justicia de Dios para favorecer sus perversas metas. El inalcanzable objetivo de sus acusaciones es hacer pedazos los lazos irrompibles que unen de manera inseparable a los creyentes y al Señor Jesucristo (Ro. 8:29-39). Sin embargo, no hay posibilidad de que esto ocurra, ya que nadie puede arrebatar a un creyente de las manos de Jesucristo o del Padre (Jn. 10:28-29). Aun así, Satanás trabaja en Ia tierra para volver a los hijos de Dios contra Él; y en el cielo para volver a Dios contra Sus hijos. Pero como muestra Juan, la fe salvadora y la vida eterna son realidades inquebrantables.
El acontecimiento que hará que se establezcan el reino y Ia autoridad de Cristo es Ia expulsión de Satanás del cielo. Por eso los santos ofrecen alabanza, porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Como personas redimidas y glorificadas, no hay nada de lo que Satanás pudiera legítimamente acusarlas. A pesar de eso, debía haberles acongojado el que sus hermanos de Ia tierra que sufren estuvieran sujetos a las injuriosas acusaciones del diablo. La derrota de Satanás pondrá fin a esas implacables acusaciones (cp. Job 1:11; 2:5; Zac. 3:1; 1 P. 5:8).
Los adoradores celestiales también ofrecen alabanza por los acontecimientos en Ia tierra, donde sus hermanos han vencido a Satanás. Expulsados del cielo, Satanás y sus infernales huestes descargaran su furia sobre el pueblo de Dios en Ia tierra (cp. 12:6, 13-17). Sin embargo, allí también sufrirán la derrota. Hablando otra vez de un acontecimiento futuro, en tiempo pasado debido a su certeza, el inspirado apóstol Juan ve Ia victoria ya ganada y observa que los creyentes que viven en la tierra han vencido a Satanás, aunque eso está aún por ocurrir.
Pg. 23 – 32