Del Comentario
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
La frase Dios es Espíritu es la definición clásica de la naturaleza de Dios. A pesar de la enseñanza herética de los cultos falsos, Dios no es un hombre exaltado (Nm. 23:19), “un espíritu no tiene carne ni huesos” (Lc. 24:39). Él es “Dios invisible” (Col. 1:15; cp. 1 Ti. 1:17; He. 11:27), quien “habita en luz inaccesible [cp. Sal. 104:2]; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver” (1 Ti. 6:16; cp. Éx. 33:20; Jn. 1:18; 6:46). Dios sería completamente incomprensible si no se hubiera revelado en las Escrituras y en Jesucristo.
Como Dios es espíritu, es necesario que quienes lo adoren verdaderamente, lo hagan en espíritu y en verdad. La adoración verdadera no consiste en la sola conformidad externa con las normas y deberes religiosos (Is. 29:13; 48:1; Jer. 12:1-2; Mt. 15:7-9), sino que emana del espíritu interno. También debe ser consecuente con la verdad que Dios ha revelado sobre Él en su Palabra. Deben evitarse los extremos de ortodoxia muerta (verdad y nada de espíritu) y heterodoxia celosa (espíritu y nada de verdad).
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