Del Comentario
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. (Colosenses 3:20)
El texto paralelo en Efesios es casi idéntico: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo” (Ef. 6:1). Ahora Pablo habla acerca de la segunda relación en el hogar, que es la relación entre padres e hijos. Ésta no puede funcionar bien, a menos que la relación entre esposos esté en orden. Tekna (hijos) es un término general para designar a los hijos; y no se limita a un grupo determinado de edad. Se refiere a cualquier hijo que aún vive en la casa con sus padres y que está bajo su tutela. El tiempo presente del imperativo hupakouete (obedeced) insta a una obediencia continua.
La enseñanza acerca de la honra y la obediencia que los hijos deben a los padres está presente de manera reiterada en las Escrituras. Aparece en los Diez Mandamientos: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Éx. 20:12). En el Antiguo Testamento, herir o maldecir a los padres acarreaba como castigo la pena de muerte (Éx. 21:15-17; Lv. 20:9), al igual que la desobediencia persistente (Dt. 21:18-21). Los hijos deben estar atentos a la instrucción de sus padres y obedecerla (Pr. 1:8; 6:20). Las consecuencias de faltar al respeto a los padres se ilustran así en Proverbios 30:17: “El ojo que escarnece a su padre y menosprecia la enseñanza de la madre, los cuervos de la cañada lo saquen, y lo devoren los hijos del águila” (cp. Mt. 15:4-5; Mr. 7:10-13).
La desobediencia a los padres es una característica de los impíos: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos” (2 Ti. 3:2; cp. Ro. 1:30).
Los hijos deben obedecer a sus padres en todo. El único límite establecido para la obediencia de los hijos es cuando un padre pide algo que está en contra de la ley de Dios. Jesús sabía que a algunos hijos les sería necesario enfrentarse a sus padres para poder seguirlo en una vida de fe. En Lucas 12:51-53, nuestro Señor dice: “¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión. Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra”. Luego, en Lucas 14:26 dice: “Si alguno viene a Mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser Mi discípulo”. La salvación puede traer división a la familia haciendo que los hijos deban rechazar los mandatos de los padres si éstos son contrarios a las Escrituras.
La razón por la cual se debe obedecer es que esto agrada al Señor. De la misma manera que se complace con Su propio Hijo (Mt. 3:17), Dios quiere sentirse complacido con Sus otros hijos. Muchos jóvenes luchan buscando la voluntad de Dios para su vida. La obediencia a los padres es el lugar correcto para comenzar a encontrarla.
Pgs. 174 – 175