Del Comentario
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:13)
Sin importar cuán difíciles hayan sido sus luchas, Pablo tenía un sostén espiritual, un medio invisible de apoyo. Su capacidad y suficiencia provenían de su unión con Cristo, que es infinitamente capaz y suficiente: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gá. 2:20).
Cuando Pablo escribió todo lo puedo tenía en mente lo físico, no lo espiritual. Ischuō (puedo) significa “ser fuerte”, “tener la fuerza”, o “tener los recursos”. Se ha traducido “poder más” (Hch. 19:16), “prevalecer” (Hch. 19:20) y “eficaz” (Stg. 5:16). El texto griego subraya la palabra traducida todo (una alusión a las necesidades físicas; cp. vv. 11-12) al ubicarla al inicio de la frase. Pablo era lo bastante fuerte para soportarlo todo en Cristo que [le fortalecía] (cp. 1 Ti. 1:12; 2 Ti. 4:17). Por supuesto que el apóstol no sugería que era capaz de sobrevivir indefinidamente sin alimento, agua, sueño o abrigo. Lo que dijo es que al llegar al límite de sus recursos y de su capacidad, incluso al borde de la muerte, fue lleno de la fuerza de Cristo. Él pudo vencer las más extremas dificultades físicas gracias a la fortaleza interior y espiritual que Dios le dio. En palabras de Isaías:
El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán (Is. 40:29-31).
Quizá la ilustración más clara de esta verdad en la vida de Pablo se encuentra en 2 Corintios 12:7-10:
Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. Pablo estaba atormentado por un “aguijón en la carne”, muy probablemente un demonio que se ocultaba tras los falsos maestros que dañaban a su amada iglesia en Corinto. Esa era la peor prueba para él, debido a su “preocupación por todas las iglesias” (2 Co. 11:28). Él le rogó al Señor una y otra vez que lo librara del tormento de ese ataque demoníaco en la iglesia. Sin embargo, en lugar de liberarlo, el Señor le mostró a Pablo que Su gracia era suficiente. El contentamiento viene a los creyentes que descansan en la gracia sustentadora de Cristo, la cual reciben cuando carecen de fuerzas en sí mismos. En ese sentido, el contentamiento es una consecuencia de la necesidad.
Pgs. 302 – 303