Del Comentario
La apóstata iglesia de Laodicea solo podía esperar que Cristo viniera en juicio. Pero la sorprendente realidad, presentada por la llamativa frase he aquí, era que Cristo estaba a la puerta de la iglesia de Laodicea y llamaba; si alguno en la iglesia oía Su voz y abría la puerta, Él entraría a él, y cenaría con él; y él con Cristo.
Aunque este versículo se haya empleado en muchos tratados y en muchos mensajes evangelísticos para describir el toque de Cristo a la puerta del corazón del pecador, es más amplio que esto. La puerta a la cual Cristo está llamando no es la puerta de un simple corazón humano, sino de la iglesia de Laodicea. Cristo estaba fuera de esta iglesia apóstata y quería entrar, algo que solo sucedería si las personas se arrepentían.
La invitación es ante todo personal, ya que la salvación es individual. Pero Él toca a la puerta de la iglesia, llamando a muchos a la fe salvadora, para que Él pueda entrar en la iglesia. Si alguna persona (alguno) abría la puerta por el arrepentimiento y la fe, Cristo entraría a esa iglesia a través de esa persona. El cuadro de Cristo fuera de la iglesia de Laodicea buscando entrar, denota fuertemente que, a diferencia de Sardis, no había allí ningún creyente.
El ofrecimiento de Cristo a [cenar] con la iglesia arrepentida habla de compañerismo, comunión, e intimidad. Compartir una comida, en los tiempos antiguos, simbolizaba la unión de las personas en amoroso compañerismo. Los creyentes cenarán con Cristo en la cena de las bodas del Cordero (19:9) y en el reino milenario (Lc. 22:16, 29-30). Cenar viene de deipneo, que se refiere a la comida de la tarde, la última comida del día (cp. Lc. 17:8; 22:20; 1 Co. 11:25, donde el griego subyacente se traduce "cena" o "cenado"). El Señor Jesucristo los exhortó a que se arrepintieran y tuvieran comunión con Él antes de que cayera la noche del juicio y fuera demasiado tarde.